22 de julio de 2016

22 de julio de 2016 - Sin comentarios

¡Susto en Brácana!

Joder, vaya susto el que me dieron el jueves mis colegas. Bueno, mis colegas no. Más bien uno de los embajadores al que le dio una alferesía en plena sede. Nada más que de recordarlo se me aflojan  las garras. Ahora entraré con detalle pero antes hay que ponerse en situación. Como os decía la semana pasada, el jueves visitaron Brácana los colegas de el Ahijao. Sangre joven que cada vez que pisa Tierra Santa revoluciona al personal, llevándolo de nuevo a años pasados. Cinco llegaron de golpe. Tres de ellos ya veteranos como el Charlie, el Rafa Villar y el Tanque, y dos noveles como el Rafa Cobos y el Francis. Este último fue el protagonista involuntario de la noche. No había transcurrido mucho tiempo desde que el personal comenzó a funcionar, cuando se sintió indispuesto y, sin previo aviso, se fue cayendo al suelo, como a cámara lenta. De primeras mis colegas se pensaban que era una coña marinera, pero cuando le vieron la cara como una pared de cal, se acojonaron de verdad. Lo gracioso del tema es que, como les cogió a contrapié, no atinaban a organizarse. La liaron parda para separar la mesa, catavino roto incluido al lado del aflatado, pero acabaron por organizar el suceso, sentando a el Francis en la barra. Este no acababa de sentirse bien, así que largó hasta la última cucharada de pimientos asados con los que hbaía comenzado la velada gastronómica. Afortunadamente la cosa no pasó a mayores y, tras un paseo reparador por los Montes Bracaneros, el Francis volvió con mejor cara. Aún así, sus colegas optaron por llevarlo a la casa, todavía con el susto en el cuerpo, pero ya conscientes de que la alferesía había pasado.


El suceso apenas si dio para media hora de conversación porque al poco ya estaban de nuevo enfrascados en las conversaciones más variadas, dándole a la mandíbula a base de flamenquines, y trasegando Fino C.B. como si no hubiera mañana. Cuando el personal ya andaba fino, el Tanque echó mano de la baraja, destilando cierto aire retador. Es la tercera vez si no recuerdo mal que pasa por la República, y en todas ellas se ha quedado con el personal con sus trucos de magia. Por ello, esto ya empieza a ser una cuestión de orgullo para mis colegas. Pero, al igual que en las ocasiones anteriores, Brácana se tuvo que tragar el orgullo y doblegarse ante el Tahur de la Campiña. Lo que el Tanque no sabe es que como siga vacilándole de esa manera a el Silencioso, va a acabar en un ataud con plumas y alquitrán, al más puro estilo del oeste americano.


Bueno, poco más que contar, salvo que sigo recuperándome del susto. Esta semana he hecho por enterarme del estado de salud de el Francis, que por cierto no llegó ni a jurar bandera, y todo va bien. Ya se resarcirá más adelante, seguro....

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