7 de enero de 2020 -
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Hermanamiento jarote-bracanero
Más o menos así transcurrió la última noche en Brácana: entre alabanzas al género y risas, muchas risas. Porque el Diego García -el Coletas- es un elemento de cuidado. Buena gente, como los chicarrones del norte de Córdoba. Amante del buen vino, de la buena comida y de echar un rato con los colegas, sin importar lo que espera al día siguiente. Los chistes fueron frecuentes porque entre el Kichi y el Coletas, aquello parecía un mitín de Podemos, pero sin tanta oratoria y con mucho más condimento, criado a base de bellota.
Los muy cabrones lo tuvieron a jornal, cortando jamón. Más que invitado parecía un profesional contratado para la ocasión. De vez en cuando, con la boca pequeña alguno le brindaba su ayuda, más para que le llenara otro plato de jamón, que para arrimar el hombro de verdad. Ahora sí, el que lo flipó de verdad fue el Ministro de Alimentación. Mira que a este buen hombre es difícil pillarlo en un renuncio. Pues creo que el jueves se vio sobrepasado.
Entre tanto abanico, presa, lagartillo y carrillada, no daba a vasto a saciar al personal, y eso que ya mataron el gusanillo a base de jamón del güeno. Y más jamón, y más vino. Y una tanda de abanico a la plancha, y más vino. Y entre medias, anécdotas pa' rabiar y buen rollo como si no hubiera mañana. Tanto que ya están pensando llevar a efecto un hermanamiento en toda regla entre Brácana y Villanueva, lugar de residencia de el Diego. Los veo en breve corriendo tras los cochinos por la dehesa, cuchillo en mano. No me lo pierdo por nada del mundo.
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