7 de enero de 2020

7 de enero de 2020 - Sin comentarios

Brácana... como en Venecia

Penúltimo jueves del mes y nuevo Estado de Excepción en Brácana. La historia de la República está repleta de altibajos, buenos de más altos que bajos, aunque de estos últimos también ha habido unos pocos: Golpes de Estado, Bancarrota, crisis emocionales... De los primeros, la verdad, muchos más. No obstante, hasta ahora nunca se había registrado el rigor de la meteorología en el interior de la sede. Como mucho en el exterior, al paso del Huracan Tenedor. Pero dentro, jamás. Por ello, las inundaciones vividas el pasado jueves han provocado que el Presidente, con buen criterio, haya decretado el Estado de Excepción (aplicable a partir del viernes siguiente a la Tertulia). Todo viene por el temporal que está azotando desde mediados de noviembre buena parte de Europa. Ha provocado inundaciones en Venecia (allí ya llueve sobre mojado, aunque no deja de tener gracia que haya inundaciones en un sitio de pos sí inundado) y Brácana no iba a ser menos. Aquí ha llovido apenas tres días, pero han sido suficientes para que acabaran achicando aguas en plena reunión. Aún así, se las saben todas. El Estado de Excepción se anuncia, pero se aplica cuando ya no queda nadie en la sede. Dicho más clarito, que no perdonaron la quedada del jueves, ni con los pies mojados.


Pero, quitemos dramatismo al asunto y vayamos al grano. Todavía nos queda una semana más de noviembre y mis compis están llegando al final de año con un ritmo infernal. Veníamos de Santa Amalia, de la cena, de la comilona de el Kichi y el Diego... y llegó Juan Castillero, un clásico de Brácana. Ya sabéis, como siempre con sus acelgas y verduritas debajo del brazo. Lo que viene a ser otra noche de Almax y Omeprazol. Llegó acompañado de su fiel escudero, el Pichichi, y compartió noche con el Bombi, otro veterano de Brácana, y dos nuevos embajadores el José Carlos Arrabal y el Andrés Ramírez, apodado desde el jueves pasado como El Vasco de Arrasate.


Estos tres últimos llegaron de la mano de El Ligre y dieron un recital de beber vino capitaneados por el Vasco de Arrasate. Como buen chicarrón del norte, no le tembló el pulso a la hora de ponerse a la par que mis compinches. Y eso que bebieron a ritmo de una cuartilla de mosto de La Primilla y del bag in box a bebe ratón, de Fino Aldolfo Suárez, que aportó el Juan Castillero. El nivel enológico se notó sobremanera tras el Consejo de Ministros, con una tanda de poesía colaborativa en la que participó el personal a cojón vivo (esto es, partiéndose de risa).


De jatería tampoco anduvo mal la cosa: Jamón (que por cierto llegó al hueso el jueves pasado), chorizo y morcilla en rama, patatas alioli, chorizo al vino y lomo ibérico de orza. Creéis que esto es mucho ¿no? Pues fueron sólo los entrantes. Para comer de verdad, como se dice en aquellos pagos, sacaron un potaje de garbanzos, con su bacalao y sus acelgas, que con algo verde todo es más digestivo.


Un apunte importante, antes de que se me olvide, porque hoy voy cortando ya (aunque podría seguir con los digestivos) Tras el Consejo de Ministros, el Juan Castillero hizo una proposición decente, a la vez que inquietante. Primero lanzó la de rigor, en primavera, con la peregrinación a la Fundi. No contento de ello, lanzo al personal al reto de peregrinar cada seis meses, porque un año se hace muy largo.
Al que acierte la respuesta que dio el pueblo bracanero, lo invito a un medio de vino.


Alaaaa, que se me olvidaba. Casi llegando a los digestivos, el Nuevo tuvo que salir precipitadamente de la sede, entre gritos y vítores del personal. Al parecer su mujer se iba para el hospital, para que el pequeño Hugo pueda conocer el mundo. Estaré al tanto porque la población bracanera sigue creciendo... Cantera para el mundo del vino, que tiene el futuro -al menos en lo que a bebercio se refiere- asegurado.

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