5 de julio de 2017

5 de julio de 2017 - Sin comentarios

El fino rockero vuelve a Brácana

Después de los dos envites sufridos en Brácana en el mes de mayo, el tercero no se ha quedado corto. Tampoco ha sido una sorpresa, porque siempre que visitan Brácana el Pepín Carbonero y el Rafa J.J. la cosa suele prolongarse. Como digo, esta vez no fue una excepción, y eso que los dos embajadores noveles con los que llegaron a la sede estuvieron comedidos. Bueno, lo estuvo el Rafa Baños, porque el Manolo Urbano también está más suelto que la cabra de un gitano.


La verdad es que los cuatro camparon a sus anchas por la sede y en especial los dos embajadores veteranos. Sobre todo el Pepín, que le tiene la medida cogida a uno de los banquillos, y sólo lo abandona para rellenar. A veces ni eso, porque allí se riega la plaza bastante a menudo, para que no se levante polvo. Podría contar muchas cosas sobre la reunión del jueves, pero me detendré sólo en comentar algunos detalles.
El primero de ellos es el sorteo realizado de un pelaito en la peluquería de el Rafa Baños. Ya no saben que inventar, así que se montaron un sorteo en el mismo tiempo que tarda en persignarse un cursa loco. El cachondeo fue mayúsculo porque el premiado fue el Pepín. Hombre no es que sea Yul Brinner pero, tampoco el Sevilla, el de los Mojins Escozios. La verdad es que el Rafa iba a pasar más hambre en Brácana que un lagarto detrás de una pita porque pelos, lo que se dice pelos, allí no hay muchos, salvo contadas excepciones. ¡En la cabeza mal pensados!
El otro golpe de la noche también tuvo como protagonista al Pepín, que está en todas si os dais cuenta. Sabido es por los que seguís esta bitácora, que es un enamorado del Larios como ginebra, hasta tal punto que según parece siempre lleva una en el coche por si en el garito de turno el camarero se las da de esnob, con otras ginebras más exclusivas. Pues bien, coincidió que el tío cayó en el lugar y el momento, después de rellenar las bodegas bracaneras de destilados.


Lo otro que recuerdo es la surrealista conversación mantenida en la sede sobre los relojes. Al parecer, mi amo es un flipao de estos artilugios que dicen controlar el tiempo, contando con tipos y variedades por todas las habitaciones de su casa. No me preguntéis cómo, porque perdí el hilo al poco de comenzar la conversación, pero allí el personal se descojonaba. Yo particularmente no le vi el chiste al asunto. También hablaron de la Fiesta del Mosto Nuevo de Cabriñana, donde mis compis suelen dejarse caer asiduamente. Según parece este año habrá cambios, así que tendré que estar atento a la jugada para no quedarme en fuera de juego.


Destacar también que al margen de las tapitas en barra ya habituales, se metieron entre pecho y espalda unas papas a lo pobre y una merluza con papas que, según parece, está mejorando el Ministro de Alimentación para incorporarla a la carta de Lavergy. Ya con la anaconda matada, que no el gusanillo, tiraron de destilados para cerrar una nueva noche bracanera.

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