5 de julio de 2017

5 de julio de 2017 - Sin comentarios

Al borde del caos

Los cimientos bracaneros se tambalearon el pasado jueves. En todos estos años he soportado huracanes, golpes de estado, revueltas, manteos, el Café Negrito... Con la de cosas gordas que han pasado entre aquellas cuatro paredes, deberían saber que lo único que puede hundir la República es la ausencia del Ministro de Alimentación. Pues pasó. ¡Coño, que con la comida no se juega!


Yo, que periódicamente me pego un vuelo durante la semana, para ver cómo va la organización del cotarro, ya me di cuenta a principios de semana de que la cosa no iba fina. El Ministro de Alimentación advirtió de su ausencia, delegando el cargo.  Ya sabéis que la primera bala en la recámara es mi amo cuando el Pepeluí se ausenta. Pues esta resultó de fogueo porque también presentó sus excusas alegando motivos personales. Al final el mamonasso fue, pero tuvo en jaque al personal, que al menos va sobrado de cintura gastronómica, y recurrió a la tercera vía, que fue la buena. El Suerto, haciendo honor a su nombre, dio un paso al frente asumiendo galones a la hora de preparar la comida, con el apoyo de el Paticorto de las Ondas, desde su turno de pinche, manteniendo el tipo hasta que las aguas vuelvan a su cauce.


Pero bueno, a lo que vamos. Solventado el tema logístico, hay que hablar de los embajadores. Fueron tres, invitados precisamente por el Suerto: el Fran Alguacil, el José Antonio Salido y el José Manuel Ruz, alias Vini. Los tres forman parte de la cuadrilla de costaleros de la Virgen de los Dolores, y forman un grupo heterogéneo, pero con muy buen rollo. De hecho, a lo largo de anoche no tuvieron problema en participar activamente en todas las conversaciones: desde los saraos de jet en la costa, hasta la Semana Santa, pasando por el debate político de cada semana. De lo que no se privaron, ni ellos ni los bracaneros, es del jinchón de comer que se pegaron, a pesar de la ausencia del Ministro de Alimentación. Como el Paticorto y el Suerto son noveles en el noble arte de cebar al personal, quisieron quedarse largos, y doy fé de que lo consiguieron. A ello contribuyeron también los nuevos embajadores acudieron a la sede cargaditos de regalos gastronómicos, al más puro estilo de los Reyes Magos. Para que veáis que no exagero os detallo. Comenzaron por unos surtiditos de jamón, queso y caña de lomo. Continuaron con unos tomaticos con anchoas y cerraron la tanda de entrantes - por llamarlo de alguna manera- con un rollo de bacon. Todo ello fue pertinentemente regado por Fino El Muni, aportado por el Vini y Fino La Levantá con el que se dejó caer el José Antonio Salido. No contentos con eso, cerraron filas en torno a una perola de albóndigas con tomate, en la que acabaron mojando sopas. A todo esto, el Suerto cuchicheaba por lo bajo que el personal andaba con hambre. Por ello, aprovechó el reciente afilado de los cuchillos para rebanar una hermosa sandía. Tal fue el empeño que le puso el hombre al asunto, que se pegó un tajo de los que hacen época.
Como digo se pusieron tiernos a comer y beber, por supuesto sin perdonar los digestivos pa falagar. Sería ya la segunda hora más temprana del día, cuando algún insensato propuso darse un último latigasso por algún antro de la vecina localidad de Montilla. Todos decllinaron la oferta... menos el Suerto y los embajadores, que no fueron cegados por el sol al llegar a sus casas de milagro.


Por cierto, que se me olvidaba un asunto importante. El elenco de presentes con los que los embajadores agasajan la República, sigue creciendo. El Fran Alguacil se plantó en la sede con una pequeña escultura, esta vez de corte arquitectónico, que ya luce en la sede. Gente con detalles, sí señor.


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