3 de julio de 2017

3 de julio de 2017 - Sin comentarios

Los Márquez asaltan Brácana

La semana pasada acabé con prisas y, para que voy a engañaros, esta vez voy más o menos igual. La garcilla de la que os hablé me trae por la calle de la amargura. Es un bellezón, blanca como la nieve. Y no os creáis, aunque en tamaño me supera, llevo días a base de pico y pala currándome el tema. Pero bueno, a lo que vamos, que aunque tenga prisa no voy a eludir mi responsabilidad de narrar la historia bracanera, que hago semana a semana desde hace años.


El caso es que había oído que el clan de los Márquez, compuesto por el Rafalín, el Moisés, el Rubén y el Jacobo, eran los invitados para la Tertulia, de ahí mi sorpresa cuando sólo vi entrar a los dos últimos. Según parece el patriarca del grupo alegó motivos horarios, mientras que el Rubén excusó su ausencia por obligaciones al día siguiente. Según los otros dos, que sí respondieron a la invitación cursada por el Maestro, no hay excusa que valga, mientras haya por medio un vaso de vino. De eso entiende mucho el Fernando Giménez, otro boina verde que parece el Guadiana. Lo mismo se tira un temporada sin aparecer por la sede, que encadena rachas triunfales junto a mis colegas. Digo esto porque el jueves tocó la de cal y, después de semanas de ausencia, volvió al redil para compartir viandas, vino y charla. Obviamente se habló de vino con su presencia y, ya de paso, del fino Trepaquintos con el que el Moisés, veterano ya de guerra en estas lides, acudió a la sede.


De todos los temas de conversación me quedo con la serie Willy Fog de el Jacobo. Su trabajo en una empresa de carpintería de PVC de la vecina localidad de Montilla, le ha llevado a corretear algunos países, cuanto menos peculiares. Así que, aprovechando su experiencia en todos estos sitios, bracaneros y embajadores aprovecharon para dar un rulo de experiencias turísticas, salpicado de anécdotas.
Mientras tanto, hubo tiempo para afinar los colmillos, con los entrantes habituales, y también con unas croquetas de roquefort para hacer boca, antes de entrar a matar directamente con una gulas con huevos que se marcó el Ministro de Alimentación.


También hubo un buen rato de charla sobre temas laborales, un campo muy recurrente en Brácana, seguramente porque al no existir un ministerio de trabajo, es un asunto poco conocido en la República. De todos los comentarios, que fueron mucho y no todos fácilmente reproducibles, me quedo con la conclusión de que la cosa está jodida fuera de nuestras cuatro paredes. Ya no lo digo sólo por la charla del pasado jueves. Semana a semana, cada vez que un embajador saca el tema se lía la traca. Digo yo, que no soy precisamente un currante desde que me dieron papela, que el que se pone a trabajar será porque no sabe hacer otra cosa ¿no? Aunque también he de reconocer que trabajar debe ser tan malo, que te tienen que pagar para que lo hagas.
Con estas reflexiones os dejo, que ya me está silbando mi garcilla.... la próxima semana más, no sé si mejor. Ya os contaré.


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