5 de julio de 2017

5 de julio de 2017 - Sin comentarios

Un coloquio sin coloquio

Después del follón de la pasada semana, esperaba que la tertulia fuera tranquila el pasado jueves. Más que todo porque la intención inicial era abrir las puertas a los amigos de la Asociación Cultural El Coloquio de los Perros y hacer un intercambio de ideas en torno a los populismos, tan de moda en el vecino país. Ya sabéis, que si Trump, que si Podemos.... Según pude escuchar, ese es uno de os objetivos con los que nació hace ya un buen puñado de años este colectivo cultural montillano. Entre sus señas de identidad tienen la charla, el bebercio y, sobre todo, la cultura. De hecho, desde hace años alternan saraos con concursos literarios, catas de cerveza y de vino, y hace ya algunos años con monólogos de humor y otras hierbas.


La verdad es que la idea de hacer un coloquio en Brácana me parecía sugerente, porque no todo va a ser ponerse tiernos a comer y beber. Si recordáis, con la idea de darle forma a ese debate, semanas atrás estuvo en la sede el Gran Perro, José Alfonso Rueda. Entonces, a modo de estructura de la quedada, se limitó a decir el día, la hora y como organizar al avituallamiento sólido y líquido. Ante tamaño despliegue logístico y organizativo, sólo cabía esperar que el debate fuera un desastre, pero que la comida y la bebida fueran un éxito. Efectivamente, los dos aspectos se cumplieron. No hubo debate, al menos sobre el tema propuesto inicialmente, pero el despliegue en cuanto a comestibles y bebestibles no defraudó.


Dicho así, parece que aquello fue un caos, pero nada más lejos de la realidad. De populismos no hablaron, pero sí que le dieron vuelta a la situación actual del mundo y de la vecina localidad de Montilla, arreglando varias veces la sanidad, la educación, las tabernas y todo tema de conversación que salió a la palestra. A ello contribuyeron los dos invitados, desde el pasado jueves nuevos embajadores, que pasaron por la sede el jueves. El primero en llegar fue el Ángel Márquez. Me resultó un tipo curioso porque llegó antes incluso que muchos de los bracaneros. Desapareció unos minutos tras dejar en depósito un cacho de queso, y volvió a aparecer después para deambular por la sede como Pedro por su casa. El segundo nuevo embajador estuvo mucho más comedido. No sé si abrumado por la caterva bracanera, o sorprendido porque iba a un debate y se encontró en medio de un sarao, el caso es que tardó un poquito en entrar en temperatura. Aún así, anduvo a la par que el resto en tema líquido, sin descuidar el aspecto sólido de la supervivencia.


Allí le dieron repaso un poco a todo. Desde la política a la educación, pasando como no por el fútbol y el baloncesto y, esto sí que me sorprendió, en menor medida por el recurrente tema del follangueo.
Mientras todos estos ingredientes se iban cocinando a fuego lento, el fino C.B. iba pasando del barril a la jarra, de la jarra a las copas, y de las copas a las panzas. El líquido elemento sirvió para refrescar al personal, porque no quiero pasar por alto el calor que estamos pasando estos días. ¡Alerta naranja, por el Cóndor Bendito de los Andes! Menuda calor estamos pasando.
Pero bueno, entre latigasso  y latigasso, platos de tomate, gambas y otros manjares, llegaron al plato fuerte de la noche, solomillo en salsa para más señas, del que no dejaron huella alguna. Tampoco perdonaron los digestivos, aunque eso ya no es ni noticia.

Pdt. Se me pasaba lo más importante, y es la ausencia de mi amo en la tertulia. La razón no es otra que el nacimiento de Julia. Ahí ha estado fina la Carmen, no esperando hasta el jueves. Desde el limbo un abrazo bracanero para el churumbel, la mamá y el papá. Una visitica pronto ¿no?

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