5 de julio de 2017

5 de julio de 2017 - Sin comentarios

El vado de el Gamba

Jamás en mi vida pensé que mis compinches bracaneros tenían una vertiente rociera. Imagino que a vosotros, al menos los que seguís semanalmente las andanzas de la República, os sorprenderá también. Aunque bueno, también es verdad, que de vez en cuando les entra el fervor rociero y peregrinan a otros lugares como La Fundi, la Bodega San Miguel... Todo esto viene a cuento porque la pasada semana, mis compis terrenales decidieron hacer el camino, sin botos ni trajes de corto, pero camino al fin y al cabo.


Yo, que no veía nada claro el punto rociero del que hacían gala la pasada semana, me aposté prontito, a eso de las 20:45, junto al nido de Mustafá, ya sabéis, el búho que vivía en Villa Locura y que tuvo que emigrar por el proceso de deforestación natural que asoló la parcela. De esta forma, vi como el personal iba llegando a la sede, con numerosas bajas, y sin echar raíces. Apenas tardaron media hora en ponerse en marcha. Yo, que no tenía ni idea del destino final, porque esas cosas las llevan en el secreto más absoluto, fui avanzando en paralelo a la fila romera, por los Montes Bracaneros. Se adentraron por la República de las Casas Nuevas, hasta alcanzar la Plaza de la Aurora, donde tuvo que hacer un pequeño descanso. En esas estaba cuando vi como el Paticorto y el Suelto andaban con sus labores diarias, micrófono y cámara en ristre. Aquello me acabo de despistar por completo, mas aún cuando vi que el personal echaba el ancla en un chisnacle llamado Taberna Imperial. Pensé que era cuestión de echar gasolina para el largo peregrinar, pero me equivocaba. Se hicieron fuertes en la plaza tomando asiento y hablando de que aquello era como el Vado del Quema, pero en versión bracanera. Vamos que allí había que mamar y punto. No hubo bautizos ni ceremonias similares, aunque no perdieron tiempo en proclamar el vino como rito iniciático de tan peculiar peregrinación. El caso es que el nombre del antro me sonaba. Además, al poco tiempo se unieron el Paticorto y el Suelto al redil. Fue entonces cuando vi claro que la romería no pasaba de allí.


Cuando llegó el camarero es cuando lo vi todo claro ¡Claro, cojones, Isidoro el Gamba! Uno de los embajadores ilustres de Brácana que regenta junto a su hermano Antonio la Taberna del Barrio.
En ese momento fue cuando comencé a preocuparme, haciendo memoria del pifostio que lió cuando estuvo en la sede, acompañado de el Garrote y de el Pepe Márquez. El caso es que como la cosa iba de romería, he bautizado aquel lugar como el Vado del Gamba, aunque bien podrían llamarlo también el Gambasso, en honor al mítico Bolerasso. Ya sabéis, como el Vado del Quema que atraviesa el río Guadiamar, cita obligada para los rocieros que hacen el camino, pero en laico y en plan de pescaito y vino.


Poco tardaron en comenzar con el comercio y el bebercio. Los papelones con fritura de pescado y choco, salían a pares, haciendo del trabajo de el Gamba, un entrenamiento de ultra trail, al obligarle a cruzar la calle con cada pedido. El sitio en cuestión es tan peculiar, que una de las medias de vino, llegó en un envase al estilo Agua de rosas, con sus florecitas y todo. Esto provocó más de un comentario al respecto aunque, como del continente no vive el personal, sino del contenido, aquello no pasó de la anécdota. Por cierto, que las anécdotas ocuparon la mayor parte de la noche, con el Gamba, el Isi,como protagonista. Su pasado futbolero, como uno de los mejores carrileros que se recuerdan por estos pagos, dio de sí. Que si el estadio de Alvear, que si las plantillas con las que jugó, que si los entrenadores, que si las primas por ganar, que si los sueldos.... Claro, cuando el fútbol local tenía otra dimensión y la regional preferente era como la Segunda B actual.


Aquello se prolongó hasta bien entrada la noche. Hubo revolcón para el Suelto, que todavía no ha pagado la prima resultante de la expedición de su pasaporte bracanero y, aunque parezca increible, casi diez botellas de vino después, hubo latigasso en la sede. Ni cortos ni perezosos, volvieron a cruzar los Montes Bracaneros, pasada la hora de las brujas, con el Ahijao como maestro de ceremonias. Y es que hay cosas que no cambian, como la visita de nuevos embajadores, la semana viene. Ya os contaré.

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