5 de julio de 2017

5 de julio de 2017 - Sin comentarios

Temporada de conciertos

No es que se me haya ido la olla, no. Lo que avanzo en el título de esta entrada es pura verdad. Brácana ha abierto la temporada de conciertos un año más, con el Carlos y el Juan como cabeza de cartel. Bueno, a decir verdad, fueron cabeza y únicos integrantes del cartel porque la intervención de el Suelto a la percusión, no estaba prevista en el programa. El resto de 'artistas' previstos para el concierto -léase el Paticorto de la Ondas- hicieron mutis por el foro, dedicándose a apalpar la guitarra más que a tocarla, ante los abucheos del personal.


Os podéis hacer una idea, con esta introducción, de cómo fue la noche, y eso que la cosa empezó tranquilita. Yo, que ese jueves llegué un pelín tarde, ya me vi sorprendido justo en la puerta, cuando vi llegar a un tropel de personas cagados con bartulos, entre los que pude distinguir varias guitarras. Estos me hizo sospechar que se estaba preparando traca de la buena y no me equivoqué. Entre el grupo pude distinguir a dos embajadores veteranos como el Charlie y el Chema, colegas ambos de el Ahijao. A los que no tenía controlados es a los otros dos, que resultaron ser dos figuras de la guitarras y el saxofón, como contaré más adelante.


Como digo, entré en la sede con el plumón de la nuca erizado, pero la verdad es que me esperaba un ambiente cargado. Aún así, lo que me encontré es un ambiente de tertulia sosegado, en el que la música ganaba enteros entre los temas de conversación. Entre tanto, el personal ya se iba castigando el hígado y el estómago, con los entrantes en barra habituales, mientras mi amo aderezaba un lomo a la sal en el horno. Por cierto que, diga lo que diga, la cagó. Que si al horno no le tengo cogido el punto, que si el de mi casa da más caña que este.... Vamos, que se le quedó algo crudo. La suerte es que allí la gente se come a un cochino vivo, incluso sin quitarle la piel, mientras haya vino. Fue su salvación, porque veía como el ministro de alimentación exhibía una media sonrisa al estilo I'm the fucking master.


Pero bueno, por primera vez en la historia, al menos que yo recuerde, la jatería y el vino -C.B. por cierto- pasaron durante la tertulia a un segundo plano. Consumida la carne poco hecha, por ser benévolo, el Ahijao pasó a los hechos, con su habitual torre de refrescos y destilados, paseando por la sede. Fue la chispa que prendió la mecha. En menos de lo que tarda en persignarse un cura loco, el Carlos y el Juan habían montado el quiosco, amplificador incluido, preparándose para el recital. Tras calentar con algún temas más o menos conocido, el Carlos soltó el saxofón bluseando rimas improvisadas para deleite del personal.


En estas estaban cuando se vino arriba el Suelto, nunca un nombre de guerra fue tan acertado. Pilló por banda el cajón el flamenco y entró en trance. Como el personal iba ya en quinta, reclamó la presencia de el Paticorto, que hizo un Curro Romero, y me explico. Salió flamenco como un pavo hinchado. Pero no lo vio claro y, sin acertar una nota, se acomodó en la barra atacando su Larios-Cola, antes los gritos del respetable. Hubo incluso quien reclamó el precio de la entrada aunque, por fortuna, el Carlos y el Juan volvieron a retomar el protagonismo de la actuación, con el Suelto como invitado de excepción.


Así, entre improvisaciones, música y buen rollo, se cerró la noche en Brácana. Lo que no invente esta gente y a los embajadores que llegan semana a semana...

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