3 de enero de 2019

3 de enero de 2019 - Sin comentarios

Apocalipsis bracanero

Sé que en Brácana no son muy amigos de supersticiones y cosas por el estilo, pero lo ocurrido el pasado jueves no me deja tranquilo. Por primera vez en la historia de la República se acabó el vino un jueves y eso es un síntoma de debilidad en cualquier estado romanizado que se precie. Su hubierais visto la cara del personal, entenderíais de lo que estoy hablando. Menos mal que al menos fue a última hora y que en ese momento ya la gente había ingerido líquido elemento para arder tres días enteros porque si no, el problema hubiera adquirido proporciones bíblicas.


He querido comenzar por ahí porque me parecía un dato importante, a la vez que un tirón de orejas a quien proceda ¡Qué van a pensar los embajadores, leche! Por cierto que la del jueves fue una tertulia de lo más corriente. Digo esto porque entre otros invitados, acudió el Manolo Quintero, electricista de profesión, acompañado de su hijo,  el Manolo Quintero Junior. También estuvieron el Dani Marqués y el Antonio Casado, además de el Rafael Reyes, que abandonó la sede antes de tiempo, incluso sin jurar su cargo como nuevo embajador.


Si habéis contado bien, en total salen cinco invitados por tan solo ocho bracaneros. Las baja de el Maestro y el retraso en su llegada de el Silencioso y el Pijo del Magreb, mi amo, hizo que se mascara la tragedia ante un nuevo intento de golpe de Estado contra la República. Menos mal que los nuevos embajadores fueron civilizados y no aprovecharon la coyuntura. Más bien se dedicaron a beber y comer, como manda la tradición, apoyados en tertulias de taberna. Por ejemplo, las casualidades de la vida hicieron que el Quintero padre y el Silencioso se casaran el mismo día. Ambos atesoran ya más muescas que las pistolas de Billy el Niño, por ello parte de la tertulia se derivó en hablar de las vivencias de los presos políticos durante el franquismo, allá por la década de los 60. Se me eriza el plumón de la nuca sólo con pensarlo. Para olvidarlo, un breve repaso a la jatería del jueves: jamón, queso, salchichón, pajaritos fritos y fideuá.


Hoy no voy a contar mucho más porque tengo entre ceja y ceja a una jilguera que me ha hecho tilín desde su nido en los Montes Bracaneros y voy a darme un garbeo a ver si trinco algo. No obstante, antes de marcharme, dejo por escrito que el apocalipsis bracanero puede estar cerca: sin vino un jueves y casi con más invitados que habitantes de la República ¡OJO AL DATO!


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