11 de enero de 2019

11 de enero de 2019 - Sin comentarios

Fino La Fundi - 97 puntos bracaneros

No os equivoquéis. Aunque el título de este nueva entrada hable de un concurso de vinos, no os engañé la semana pasada cuando os dije que tocaba peregrinar un año más hasta La Fundi. Lo hicieron y, justo allí, tuvo lugar el acto de entrega del Concurso de vinos Brácana 2017, llevado a cabo en la República. Lo han llevado en el más estricto secreto y, aunque yo estaba al tanto, es la razón por la que nunca había hablado de ello. Os cuento rápidamente en qué consiste este nueva historia que se han inventado mis colegas.



Ya sabéis que siempre piden a los invitados que acudan con vinos finos de cosecha propia para poder catarlos y evaluarlos. Pues bien, durante todo el año 2017 han ido votando estos vinos. Cada bracanero le ha dado una puntuación del uno al diez. La suma de todos los votos dan como resultado los puntos bracaneros que determinan el ganador final. Pues bien. De todos los vinos catados el ganador en la primera edición de este peculiar concurso ha sido el fino La Fundi, obteniendo un total de 97 puntos. Si 100 es la excelencia, el fino de el Juan Castillero se han quedado cerquita de lograrlo... tiembla Robert Parker.


El premio de este concurso ha sido una botella diseñada para la ocasión, que distingue al fino La Fundi como el mejor de crianza particular catado en Brácana durante el 2017. Para celebrarlo, por cierto, le bajaron casi dos dedos a la bora de el Juan, donde crece este vino, dando fe de que sigue estando buenísimo. No fue el único regalo que aportó el pueblo bracanero en esta nueva peregrinación. Nunca acuden a Montalbán con los brazos vacíos y esta vez llevaron un reloj con forma de barril, entiendo que para mirar la hora de reojo en años venideros para no colarse demasiado.


Por cierto, que esta vez La Fundi estuvo especialmente concurrida. Además de mis compinches, desde Montilla se desplazó el José Luis Rodríguez, maestro tonelero, que acaparó buena parte de la charla de la noche ilustrando al personal con sus conocimientos. También viajó el Roberto Boncompte, otro que se apunta a un bombardeo si ponen vino. Y por si no hubiera bastante leña en el fuego, desde Montalbán aparecieron el hermano de el Juan y el Perfecto. Puede parecer que el nombre va de coña, pero no. Al parecer es su nombre real y él es un cachondo mental. Tuvo toda la noche al personal embobado con sus anécdotas. Vivencias personales como responsable de zona de la entidad financiera Cajasur, ya desaparecida como tal, que dan para mucho. Quedan bajo secreto de sumario. Lo que sí puedo contar es una vez más se pusieron tiernos de comer. El Juan no tiene cálculo ninguno a la hora de preparar la jatería y, como se le va la mano todos los años, mis colegas, para que no se sienta mal, le meten mano a todo lo que sale de las brasas o del frigorífico.


Pues eso, que otra peregrinación a la buchaca y que no falte. Ya es una tradición y ambas partes han prolongado un año más el acuerdo. El Juan pone el sitio y la jatería y entre todos dan cuenta de otra buena noche de charla, vino, comida y buen rollo.

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