10 de enero de 2019

10 de enero de 2019 - Sin comentarios

Gente de taberna y Viernes Santo

Siempre había oído que los parroquianos son gente entrada en edad, con años de experiencia en una barra y que con el paso de los años es una costumbre, esa de pegarse un leñasso y ahuecar ala, que se va perdiendo. Pues jueves a jueves voy dando por hecho que no es cierto. De vez en cuando se dejar caer por Brácana gente relativamente joven que se desenvuelve alrededor del Sancta Sanctorum de los bares como pez en el agua.


De este tipo de personajes, apañaron entre el Suerto y el Paticorto una camarilla con más peligro que un mono con dos pistolas. Los hermanos Galán, Manolo y Gonzalo, el Martín Repiso y el Rafa Castro, acumulan ya muescas para montar una culata nueva, en poco menos de cuatro décadas. Como digo, aparte de tener en común más de una correría por chisnacles y tugurios de la vecina ciudad de Montilla, el Viernes Santo corre por sus venas.


Al igual que el Suerto, de año en año peregrinan por las calles de Montilla desde la Iglesia de San Agustín, con escalas técnicas -a buen en tendedor pocas palabras bastan- durante todo el recorrido, pero especialmente en el Paseo de Cervantes, la calle Juan Colín y la Calle Ancha. Obviamente, durante todo este periplo, acompañan al Nazareno, al Cristo de la Yedra, al Rescatao y la Virgen de los Dolores. Tienen tan buen rollo entre ellos que me pareció que la familia bracanera había crecido sin previo aviso. Bueno, en realidad, como ya he dicho más de una vez, entraron como invitados y salieron como embajadores, tras jalarse una buena perola de costillas en salsa y beber vino al ritmo bracanero, que no es poco.


Se me olvidaba una cosa. Este jueves el Silencioso no pudo acudir por asuntos personales, así que la dirección de la Orquesta Filarmónica de Brácana recayó en el Presidente de la República. Lió la de San Quintín porque no dio pie con bola. Para tanto fue la cosa que hubo quien propuso cambiar su sobrenombre por el Zubin Mehta de Brácana.
La próxima semana toca traca de la buena. Estrenamos el mes de mayo y con él toca peregrinar hasta Montalbán. Si los nuevos embajadores lo hacen de año en año el Viernes Santo, mis compinches lo hacen cada doce meses, rumbo a La Fundi.
¡Que el Cóndor Bendito de los Andes nos coja confesaos!

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