18 de enero de 2019

18 de enero de 2019 - Sin comentarios

Vuelta a la escena del crimen

Hay veces que la cosa se despendola por casualidad y otras en las que la inercia te lleva a que se despendolen. No obstante las más peligrosas son aquellas en las que haces todo lo posible porque se despendolen. Parece un trabalenguas pero es el resumen más certero para resumir la larga noche del jueves.


Digo esto, porque la Tertulia se prolongó casi hasta la tercera hora más temprana del día, concluyendo en uno de los templos míticos de la noche montillana como el Pub Rebate. Buena parte de culpa la tuvieron los embajadores que llegaron hasta la República la pasada semana. Cuatro de ellos ya habían pasado por el atril, de ahí el título de esta entrada. No obstante, faltaba uno por prometer fidelidad a Brácana como el Francis. Llegó bien arropado por el Isi, el Paquito, el Javi Cobos y el Javi Raya. Recordaréis que esta trupe ya ha tenido dos pasos estelares por la sede.


El primero de ellos fue en la despedida de soltero del último, cuando llegaron a Brácana justo antes del cierre de las puertas, abriéndolas de par en par de nuevo para tomarse un digestivo. El segundo fue cuando fueron nombrados como embajadores. Pero faltaba oficializar el nombramiento de el Francis, que sí estuvo la primera vez, pero no la segunda. Son gente un pelín escandalosa, muy a la par de mis colegas bracaneros, que prepararon para la noche un menú típico de la República: fritura de la huerta y carne en salsa.


Buena parte de la noche transcurrió entre conversaciones de coches, como consecuencia de la profesión como mecánicos de algunos de ellos y también de la Pantera y el Ahijao. No obstante, la traca final llegó cuando el personal comenzó a abandonar la sede. No contentos con el digestivo de rigor, calentaron al trío insonrrible (el Pijo de los Balcanes, el Paticorto y el Nuevo). Desde allí se fueron para Rebate y se pusieron tiernos a Desperados y algún que otro digestivo que también cayó. Imagino que el viernes sería duro para muchos de ellos, pintando a pistola y jurando en arameo, como suele suceder, que no volverá a pasar.


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