21 de enero de 2019 -
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Otra noche de magia
El tema de la magia ocupó la parte final de la tertulia porque el Jaime se retrasó por motivos laborales. Aún así, nada más llegar ató con una cadena el tranco de la puerta retando al personal a salir si encontraban la combinación de salida. Lo que no sabía es a a mis colegas, mientras haya vino y comida les da igual quedarse encerrados. Otra cosa es que se acabe y, llegado el caso, cómo explicárselo a la familia.
Como decía, antes de que el Jaime llegará a la República, el Patas, el Tanque y el Chato ya campaban a sus anchas, aprovechando el Fino Pompeyo que trajo este último, en su condición de trabajador de Bodegas Navisa. Llevando el compás entre el vino, el jamón, el queso y la caña de lomo, hubo momentos para las conversaciones serias, como la situación que se vive en Totalán, donde un niño de dos años ha caído a un pozo y se trabaja contrarreloj para intentar rescatarlo. De ahí, hilando conversaciones se pasó a hablar de montañismo y barranquismo, como un proyecto de futuro a acometer en Brácana (eso sí que no me lo perdería por nada del mundo). No podía faltar el momento 'deporte', esta vez baloncesto y balonmano, porque el Patas y el Chato han sido jugadores en ambas disciplinas. Por ello repasaron un jueves más los orígenes y evolución del Club Baloncesto Montilla y, de paso, el Mundial de Balonmano que se celebra entre Alemania y Dinamarca, donde España está dando hasta el momento el DO de pecho.
Evidentemente faltaba el discurso presidencial, que no se pasa por alto en la República desde que mi amo ha cogido el cargo. De momento todo son intenciones. Que si voy a hacer, que si voy a quitar, que si esto es una puta anarquía... pero hechos, lo que se dice hechos, todavía no veo ninguno. Mientras todo esto sucedía el ministro de alimentación preparaba un arroz con pollo que salió a la mesa de formica justo antes de pasar a la magia.
El Jaime fue el promotor de la Gala de Magia de Montilla celebrada el año pasado y ahora tiene en mente nuevos proyectos, relacionados con el vino, en los que unir el mundo de la ilusión con el de la enología. Por ello, quería probar algunas rutinas y eligió la República como lugar de ensayo. Cadenas, dados, cartas, hipnosis...
El personal flipó, a pesar de estar algo alborotado en algunos momentos porque, como dijo el Jaime, en la magia es más importante disfrutar del momento que conocer la solución. Aquello terminó con un mano a mano entre el Jaime y el Tanque, en el que no podía faltar el mosqueo de el Silencioso, ni tampoco los tradicionales digestivos con los que se cerró la tercera noche bracanera del año corriente.
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